lunes, 13 de enero de 2014

sábado, 16 de noviembre de 2013

"No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber.
No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo... La vida es desierto y oasis, nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia... No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre.. no caigas en el peor de los errores EL SILENCIO. La mayoría vive en un silencio espantoso.. No te resignes.. disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.. Aprende de quienes puedan enseñarte... No permitas que la vida te pase a tí sin que la vivas..." 
(La sociedad de los poetas muertos)

viernes, 15 de noviembre de 2013

Citas de Lupita López Carreño en "La curiosidad de un pasaje abierto"; "Cartas sin estampilla" y "La ceremonia del realismo mágico"


“[…] Y en puntas de pie besó el aire conjeturando su boca, como con ese desmán con que se adelanta un abrazo desde la esquina extendiendo los brazos, las manos y las uñas largas para que la magia transpire el amor antes que la piel de los cuerpos […]”
Lupita López Carreño, “La curiosidad de un pasaje abierto”, © Ed. Friday Gives, septiembre 1977.
“[…] Sonrío extensamente. A veces el amor, por desmesurado, puro, elocuente, duele en la boca. La mueca frente a la noticia del colacionado, le había entumecido las mejillas. Y Sonrió. Sonrío ampliamente hasta que, tras cerrar la puerta con el telegrama en las manos temblorosas, tocaron el timbre. Una. Dos. Tres veces. Y ahí sonrió la casa. Y tembló la cama, como en trote apurado, inescrupulosamente.”
Lupita López Carreño, “Cartas sin estampilla”, © Ed. Friday Gives, septiembre 1980.
“[…]  Como un culto adscripto a ese amor de encastres ignotos, el llamado a los dioses de la intemperie fue coetáneo a la reunión de sus almas abyectas, cansadas, acumuladas de deseos efervescentes: una noche de agosto del 1970, la luz de neón serpenteó sobre el abrazo, como un relámpago de corta distancia, iniciático del fuego; la misma noche de agosto, el beso en el callejón patentó el inventario de la espera y, como un trueno, anunció los mil pedazos en que devendría el pasado que los había hendido; la misma noche de agosto, las hileras de baldosas a sus costados se agrietaron como si dos rayos hubieran sido disparados por el Dios de la tempestad, por el Dios de los despejes de las tinieblas, solo a sus costados, subrayando sus lindes. Se quedaron solos en su lugar en el mundo esa misma noche de agosto del 1970 en la que se precipitó toda la vida de pronto y una tormenta eléctrica sólo llovió sobre sus caras […]”
Lupita López Carreño, “La ceremonia del realismo mágico”; © Ed. Friday Gives, septiembre 1972.
“[…] La nigromante de “Canteros”, tras la liturgia anterior a la tormenta, frente al siempre insomne Ramón Olleros, ya había divulgado la antigua profecía:
<<Mi Santa Madre, Doña Juana de Fuentes, me ha contado de infanta una leyenda que, decía ella, se consumaría la noche de agosto en que, bajo las luces de neón del centro de la “Plaza de los Escribientes”, se toparan un varón y una mujer que reescribirían el Evangelio, un varón que sería varón, fiel, compañero, amigo, amante, anatómicamente completo con la salvedad de una costilla, y una mujer, valiente, aguerrida, fiel, compañera, amiga, y ardiente de su varón, que nacería del carozo de una naranja. Y ellos se darían, así, a la tarea de contravenir los axiomas de enseres, neceseres y pábulos prohibidos con el pretexto de jactancia de la eternidad. Se darían al compromiso de incautar los mandamientos, pero practicando sus actos a la vista de las ágoras, con buena fe y amor profundos. La noche de agosto en que esos imberbes retoñaren en el encuentro diabólico de un amor señero, todos los seres de Canteros, se curarían. Se curarían del padecimiento clínico, la dolencia mental y el pecado. Hombres y mujeres, animales y plantas, despertarían sin el mal que los fatigaba´.
Es por eso, Ramón, que ahora usted ha descubierto lo que es dormir, ha descubierto de sí la emergencia del cansancio, y su mujer ha podido cruzar la dolencia ramificada. A partir de esta noche acaecida bajo la lluvia de agosto en la plaza central, la vida permanecerá finita, pero desde una inmunidad completa inicial. Sirva, Ramón, aprovechar que la concreción legendaria no le ha hecho perder la memoria, y que la sabiduría puede aletargar la muerte verdadera tan oscura y tan temida en este pueblo.”
Lupita López Carreño, “La ceremonia del realismo mágico”; © Ed. Friday Gives, septiembre 1972.


domingo, 22 de septiembre de 2013

...

soy hada madrina de un sueño de luna de escarcha de brasa de juego
bato mis alas al hombro al hombre en medio de noches desprendidas de estrellas
aleteo gestante metas imposibles allanadas en sueños de locura
vuelo al oído de oídos de porcelana zumbo grito jadeo deletreo caracola palabras marítimas en la querencia de tus asombros inmaculados
bato cremas y recreos de timbres y campanas que gimen todas juntas en esta fiesta de artilugios compuestos
te haré escribir sobre mi cuerpo una fotografía de ceños sin frunce, de Alma-naques enrollados en nuestra almaroteca
leeré tus ojos para agitar las alas del mundo y gatearé en las cuevas en el suelo trapecista sobre el hilo invisible de Ariadna sin monstruos

ahora me desequilibro mi libro
ahora que es hora de hadar-madrina de todos los besos que se encuentran
ahora que es hora
siempre hora ahora desde que sos

agito mi equilibrio costeando el reto de un corazón colibrí y cumplo deseos sin chascos de yerros sin boca de relámpago

es tan grande que tendré la generosidad de repartir las flores del ciruelo las semillas de la siembra

voy y vengo de hombre en hombro
y a vos te entrego mi fuerza,
y me multiplico erguida sobre los omóplatos donde patalean nuestras alas juntas

y con todo eso y la paz de montaña de mi mesa enredada de recuerdos
también me calmo el ala izquierda
que ya he volado hace tantos viernes
desde mi cubículo de pompas de jabón acorazadas en la piel en que he devenido

a tu hombre
a tu hombre he volado
a tu hombro
seis luceros pensionada alojada de tu vida

estoy siempre yendo yendo y viniendo viniendo de vos en mí de mí en vos
a tu hombre a tu hombro

muy hembra de tu hombre

domingo, 11 de agosto de 2013

TALLEREAMOS EN EL BAR DE LAS LETRAS


TALLEREAMOS EN EL BAR DE LAS LETRAS
En La Campana Bar de Letras estamos creando nuevos mundos a partir de la palabra y la imagen.
Talleres de escritura creativa para niños; narrativa para adolescentes y adultos; y poesía; y foto-escritura creativa.
¡Vení! ¡Dale! ¡Vení! No postergues más ese gesto artístico que te hace temblar las manos. No las dejes errabundear en la distracción cotidiana evadiendo tus improntas creativas. El arte, con todo, no es sino una de las maneras más milagrosas con las que podemos cambiar el mundo y aun crear mundos sobre la base de nuestra vida real, pero construyendo personajes que pueden exhalar sus miserias y deseos reprimidos. Nadie nos juzgará por lo que dicen nuestros narradores y actantes. Nadie. Pero nosotros habremos cambiado. Habremos recreado lo que es posible rearmar y reconstruir de infinidad de formas, tantas como individualidades existen. Con algunas herramientas y coordinación, el texto deja de ser oraciones sueltas con puntos y aparte o borradores manuscritos tachados o hechos bollos. El texto se vuelve narrativo en el mundo narrado.
En eso estamos hace tiempo ya en La Campana Bar de Letras. Y en eso estábamos, titubeando o firmes, antes de conocernos los que nos reunimos en los talleres. Estábamos antes siendo escritores, artistas, como la estatua en el mármol en el decir de Miguel Ángel. Y un día nos decidimos a compartir lo que hacíamos o a buscar consignas para hacer. Fue un día, distinto para cada uno, pero a partir de un café en el patio de La Campana, entre los cactus y el jazmín de Mony, entre mariposas, totoras, tejidos, y palabras en portugués. Y entonces no nos fuimos más. Y escribimos, jugamos a escribir, escribimos jugando, fotografiamos sin normas que ejerzan sus fuerzas sino desde adentro hacia afuera, y soltamos versos al aire, al frío, al viento, a partir de nuestra experiencia, de nuestras secuelas y riquezas cotidianas.
A veces me pregunto qué es lo que más amo hacer en la vida. Yo respondo que aquello que me ratifica, que me cambia, que me sana, que me conmueve, que alimenta esa niñez lúdica que la adultez esconde. Y una sola cosa lo completa todo: el oficio de escribir. Y otra sola cosa lo llena de colores: las ganas de dar luz a quienes quieren intentarlo.
Sin badajo, no hay campana, así que ¡dale!, ¡vení!
Gisela Vanesa Mancuso.
Coordinadora de los talleres.
Info: abrazomariposa@yahoo.com.ar







martes, 30 de julio de 2013

DISTANT SOUNDS --------------- A CLIQUEAR

https://www.facebook.com/clearcanvasmusic/likes

http://clearcanvas.bandcamp.com/album/distant-sounds-ep

Si uno recreara sonoramente un camino de buceo en las profundidades de una laguna de aguas azules, probablemente escogería las notas que, en su conjunto, convergerán en la medianera de nuestras emociones, de nuestros sentimientos estables: en la frontera invisible e indivisible entre las vibraciones, el burbujeo de lo deseado y la calma que se añora para que las burbujas lleguen a destino antes de romperse.
Escuchando Distant sound, uno se adentra en uno, se zambulle en las estelas de lo desconocido, aunque remita a lo que nos hizo crecer y besar a los ´80.
Uno hace pie allí donde hay agua y más agua debajo. Porque los sonidos se nos acercan y, si estamos distantes, nos vociferan al oído esa historia que cada auditor completa a partir de la iniciativa de los músicos.
Los sonidos distantes atemperan los latidos del corazón: recrean un mundo narrado como en secreto, como hormigas que caminan por los laberintos de nuestros oídos. Como un caracol que nos zumba esa esencia de la que estamos hechos aunque tantas veces parezcamos tan distantes.

Gisela Vanesa Mancuso

Fragmento de Romeo y Julieta de William Shakespeare





ROMEO [adelantándose]
Se ríe de las heridas quien no las ha sufrido.
Pero, alto. ¿Qué luz alumbra esa ventana?
Es el oriente, y Julieta, el sol.
Sal, bello sol, y mata a la luna envidiosa,
que está enferma y pálida de pena
porque tú, que la sirves, eres más hermoso.
Si es tan envidiosa, no seas su sirviente.
Su ropa de vestal es de un verde apagado
que sólo llevan los bobos ¡Tírala!
(Entra JULIETA arriba, en el balcón]

¡Ah, es mi dama, es mi amor!
¡Ojalá lo supiera!
Mueve los labios, mas no habla. No importa:
hablan sus ojos; voy a responderles.
¡Qué presuntuoso! No me habla a mí.
Dos de las estrellas más hermosas del cielo
tenían que ausentarse y han rogado a sus ojos
que brillen en su puesto hasta que vuelvan.
¿Y si ojos se cambiasen con estrellas?
El fulgor de su mejilla les haría avergonzarse,
como la luz del día a una lámpara; y sus ojos
lucirían en el cielo tan brillantes
que, al no haber noche, cantarían las aves.
¡Ved cómo apoya la mejilla en la mano!
¡Ah, quién fuera el guante de esa mano
por tocarle la mejilla!

viernes, 26 de julio de 2013

EL MUNDO DONDE LOS HOMBRES SE CALLABAN - CARLOS SKLIAR

Carlos Skliar

Había un mundo donde los hombres se callaban.

Se callaban porque todo lo que decían no se encontraba en ningún sitio y, en su lugar, sólo veían desolación y ausencia, bosques siempre renegridos y los despojos de un tiempo perdido.

Se callaban porque decían que sí cuando en verdad dudaban y rodeaban la piel viva de la incertidumbre con largos sonidos oscuros. Porque decían que no cuando lo cierto era que temblaban y soñaban y sentían. Y porque decían y decían y decían y no había nadie, ninguno, del otro lado.

Se callaban porque transformaron las grandes palabras en bocas partidas y perdieron de vista hasta secar las más pequeñas, las palabras dichas por primera vez, las palabras-sílabas.

Se callaban porque al decirse ya no se miraban. Se regodeaban, se ensalzaban, se engrandecían, se aniquilaban.

En el mundo de los hombres que se callaban, las mañanas comenzaban con gestos limpios. Las tardes no precisaban sonidos ajenos. Y por la noche, en vez de hablar, escuchaban.

Escuchaban a los niños que sí hablaban. Escuchaban a las mujeres que sí hablaban. Escuchaban la tierra que sí hablaba.

Y se detenían. Se daban cuenta que escuchar era más largo que hablar, más hondo, más claro. Percibían con asombro cuánto el mundo era más interesante que ellos mismos.

Por fin, regresaban a la vida a la que habían perdido porque sólo invocaban su nombre sin pronunciarla. Volvían a la vida a la que habían fatigado por tantas declinaciones sin motivo.


Los hombres se callaron y, así, descubrieron la humedad, el deseo, la abertura de los párpados.

Y, también, por acaso o por asombro, descubrieron la escritura.

(Puede leerse también en: http://carlosskliar.blogspot.com.ar/)
Skliar - Literatura - Filosofía - Educación
CARLOSSKLIAR.BLOGSPOT.COM

San Telmo